Dibujo manuscito original del pintor e ilustrador cordobés Tomás Muñoz Lucena, discípulo en Madrid de Federico Madrazo.
Tomás Muñoz Lucena nació el 5 de junio de 1860, en el seno de una familia en la que no había antecedente artístico alguno, pero se setía fuertemente atraido por el dibujo, para el que tenía intuición y buena mano. Siendo aún niño logró ingresar en la Escuela Especial de Bellas Artes de Córdoba, donde fue también discípulo de Rafael Romero Barros.
Sus excepcionales condiciones de pintor demostradas en esta Escuela, llevaron a Muñoz Lucena a conseguir una beca de la Diputación Provincial de Córdoba. Era para trasladarse a Madrid y completar su formación al lado de Federico de Madrazo, en aquel momento el pintor más prestigioso, aureolado por la fama de haberse formado en París junto a Ingres, y de haber conectado en Roma con los Nazarenos; y, siguiendo el ejemplo de su maestro, Lucena se trasladó a Roma para completar su formación, regresando a España en 1881, y participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, donde obtuvo medalla de segunda clase en 1887 con el cuadro El cadáver de Álvarez de Castro, galardón que volvería a conseguir más adelante. En 1894 fue nombrado profesor de dibujo del Instituto de Córdoba y seis años después del de Granada, pasando posteriormente a Sevilla. Tras su jubilación, en 1930 se instaló en Madrid. Como ilustrador trabajó para Blanco y Negro.
Esta pieza recoge una escena costumbrista de época en la que se retratan las gentes del siglo XIX, pulcramente ataviadas, en lo que parece la salida de la iglesia en un día de culto. |